Empuje
Escribir es siempre una labor solitaria. Corregir, muy tedioso. Corregirse uno mismo, un bucle torturante y a veces desalentador. Por todo ello no es de extrañar que a veces decaiga la moral y necesitemos parar a tomar aire. Lo bueno de los respiros es que, además de recuperadores, pueden también sorprender. Te encuentras un impulso nuevo e inesperado y entonces todo sube de nivel. Se te relanzan las ganas, las fuerzas y la motivación como cuando obtienes un premio literario o te sale publicado un libro.
Solamente puedo decir eso, que thank you for the company, boys.
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En esencia
Luego será lo que tenga que ser para cada cual, pero en esencia y en resumen creo que hay que pedirle a la vida lo justo. Un amigo sincero, como decía Stevenson, algún lector verdadero y poder viajar de vez en cuando; porque lo importante es moverse, que también decía Stevenson. Con eso se puede ir tirando, por lo menos a mí me llega hoy por hoy. Aquí y ahora.
Porque mañana quién sabe.
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El peso del humo (repesado)
Aprovechando la somera reforma efectuada, voy a enlazar aquí una historia. Una historia equivocada. Y sin embargo legible en:
Libros en el horno
No, no hablo de horno porque este verano marque temperaturas especialmente altas. Aparte de que vivo rodeado del frescor verde de Asturias, el exceso de calor no casa nada conmigo. De hecho con calor no puedo hacer nada que no sea intentar combatirlo, cuanto menos concentrarme para escribir.
Escribir comentario (0 Comentarios)A grandes males, remedios caseros
Pues estrenamos agosto este verano atípico. El tradicional mes de las vacaciones, sin vacaciones –al menos sin las vacaciones tal y como las conocíamos hasta este infausto año 20–. Toca apañarlo como se pueda para ir tirando por el túnel, esperemos que hacia la luz y no hacia más tinieblas. Para pasar el mal trago no existen recetas mágicas
Escribir comentario (0 Comentarios)Pensamiento evasivo, aunque giratorio
El verano llega a su ecuador y la incertidumbre prosigue también. No hay manera con esto. La sensación de provisionalidad lo invade todo y contribuye a aumentar el desconcierto general originado por la pandemia. Con la vida trastocada y los planes cancelados, nos queda poco donde agarrarnos. Por eso la introspección y el aislamiento
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