Yo me bajo en Madrid Plaza
Después del temporal, ayer volvió el sol en mi ciudad. Luz sobre la hierba blanqueada, reluciente por la escarcha, podía verse y admirarse por el camino de despedida. Un amanecer emotivo ya desde muy temprano. Emotivo y especial, como se vería en el transcurso del día. Un final a turno cambiado en los contornos de una plaza con besos sin abrazo. Una conversación de apoyo interrumpida
por la hora (interrumpida la conversación, nunca el apoyo ni cuanto venga) cuando más interesante se ponía. Un contratiempo sobre el horario tardío de la comida. Un reconocimiento comestible al filo de la hora; la ciudad, tantas veces recorrida, raro sería que no dejase en anécdota el contratiempo (Oviedo nos cuida hasta el final). Un reencuentro alargado entre amigos, por el centro y barrios con significado. El ciclo de un año que se cierra y empieza a contar en febrero; también fue excepcional por eso.
Y en perspectiva, esa conversación aplazada. O tal vez una carta, una ampliación de recorrido viajando y al menos un libro pendiente que vea la luz este año. Pasar página adelantando capítulos. Sucederá y será también emotivo, digno de vivirse y de contarse. Maneras de vivir, maneras de compartir.
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