RAÚL CASTAÑÓN DEL RÍO

ESCRITOR

 
 
 

Navegando aguas mil 

Abril, plena primavera cambiante. En nada, el tercer viaje desde que tengo tiempo para viajar. No va mal el promedio de un viaje por mes. Una cadencia adecuada para mis esquemas y necesidades migratorias.

En libros, por el contrario, el promedio es más difícil de ajustar, y no digamos ya de cumplir. Hay dilema, además. Tengo que terminar de escribir un par de libros apalabrados con Francisco, mi editor y amigo, y yo a los editores puede, pero amigos no les fallo. Aunque

al mismo tiempo no puedo dejar de revisar escritos antiguos –gajes de los concursos literarios, ahora tengo más pudor y  menos osadía a la hora de participar–. Este “statu quo” me reafirma en la noción de que tengo demasiada obra. Demasiada inconsistencia, demasiado alargamiento inconexo. Como un ejército o un grupo explorador que se despliega demasiado por territorios desconocidos. Una demasía de atrevimiento que se paga por la escasez de suministros, de cohesión y de firmeza. Un mar de los Sargazos para la navegación de crucero que también pedía, necesitaban mis esquemas al respecto.

Pero que bueno, que eso. Que ahí seguimos. Como diría Fellini: “La nave va”. Aunque sea “ma o meno”.

 

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