RAÚL CASTAÑÓN DEL RÍO

ESCRITOR

 
 
 

Avanzando

También era agosto cuando le llegó la hora a mi abuela materna. También cuando le tocó el turno a mi abuela política. Días de mucho calor. Misma temperatura y mes ahora con la madre de F., un amigo de toda la vida; lamentablemente, las generaciones avanzan hasta su desaparición. Esta vez por el pésame del tanatorio desfiló otra parte de mi vida. Una evidencia más acusada y antigua durante el funeral en la parroquia del barrio. Allí me enseñaron a leer y a escribir muy pronto, aprendí

antes de lo normal y se lo agradeceré siempre a mis maestras de entonces, aunque hayan fallecido ya. Durante la misa miraba el anfiteatro de la iglesia y me veía allí de párvulo, asistiendo cándidamente a algún evento escolar rodeado de gente del barrio. Concurrencia local como la de ahora. Me coincidió la misa en la misma hilera central de bancadas que mi amigo, su hermano y su padre; ellos en la primera fila, lógicamente, y yo en la última. Cuando enviude uno de mis padres me adelantaré al sitio de los familiares directos, intercambiando posiciones con mi amigo F. Desde esa primera fila ya solo me quedará un puesto que avanzar. Y no será muy grato. Pero, queramos o no, es solo cuestión de tiempo verse frente al altar. Como en aquella novela de Javier Marías, Corazón tan blanco, todos avanzamos lentamente hacia la difuminación.

D. E. P. Y.

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