RAÚL CASTAÑÓN DEL RÍO

ESCRITOR

 
 
 

Contador

Escribir, a simple vista, es una suma de palabras. Se lean o no, hay también quien las cuenta. Yo si algo he aprendido escribiendo es a descontarlas. Aunque la moda de ahora parezca ser contar las palabras que se escriben por día de oficio escritor. ¿Y el sentido y la calidad de lo escrito cómo se miden? Con eso el contador del procesador de textos no puede ayudar. Supongo que queda a criterio de uno mismo, que es, en definitiva, con quien mejor se puede comparar cualquiera de nosotros. Por mi parte

yo acabo de dejar una historia antigua de 5000 palabras en 4000 contando lo mismo, o puede que incluso un poco más.

Ahora cuando escribo con muchas palabras es porque cuento muchas más cosas que antes en la historia. Eso también lo he aprendido escribiendo y equivocándome sin parar. Sin parar de corregir.

En otro orden de cosas (relativamente), puedo contar que no contaba con que mi último ejemplar de mi primer libro de cuentos andaluces acabase en manos de una persona lectora desconocida. No sería nada reseñable si ese último libro lo hubieran vendido en una librería, pero ha sido por venta directa. Entrega en mano, con dedicatoria marca ® dos veces. O dos por dos por temática afín, según se mire (la fascinación por Cádiz, la confluencia de aguas en Orense o el amor por Oviedo). Añado la coincidencia de que le firmé a ® el libro en un bar situado a escasos metros de otro señalado por ser justo en el que presentamos esa edición de "Cuaderno andaluz" en Oviedo en su día. Parece que no, pero las casualidades cuentan. Todo eso sin contar con que no hay mejor manera de conocerse que leyendo. Ni de animarse a seguir escribiendo cuando ves que alguien, una artesana también de lo suyo, tiene la suficiente sensibilidad para apreciarlo en estos tiempos soeces.

Añadir que este año espero la reedición de ese “Cuaderno andaluz” ya agotado, pero no antes que la publicación del nuevo. Seguiremos informando.

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