RAÚL CASTAÑÓN DEL RÍO

ESCRITOR

 
 
 

Fiesta

Ni de lejos –ya quisiera acercarme un mínimo– tan sonada como en la novela de Hemingway, pero sí también literaria. Este principio de año lo quería dedicar a revisar, (a reescribir, más bien, dado su estado deplorable) una vieja novela de cosecha propia. Pero los planes siempre están sujetos a circunstancias y, por ende, a cambios. Porque vino a cruzarse conmigo un proyecto cultural para entregar

en enero también. Y este sí que no lo podía rehacer: lo tenía que crear desde cero. Y a ello me entregué este mes de enero. Conseguí armar una propuesta que a mí me parece presentable, aunque no sea yo quien la deba juzgar en la práctica. Pero es otra historia, el juicio ajeno ya no me compete por no poder responder más que por mí. Con la realización del proyecto pude aportar mil palabras más sobre el mínimo solicitado y entregarlo con más de tres horas de margen para el cierre del plazo, lo que supone en sí mismo otra pequeña victoria. Esa satisfacción de solventar con bien el cambio de planes y de rumbo, unido a una jornada futbolística memorable para mi dorsal 12 y a un problema familiar de salud que evoluciona favorablemente, pues redunda en esta pequeña fiesta anímica. Además, el tiempo primaveral en pleno invierno coadyuva a que la flecha apunte para arriba en mi dial. Sería de desear que no decayese, pero tan seguro como los cambios de fase y de rachas es que el buen momento, por pasajero que sea, no te lo quita nadie ya.

Comentarios potenciados por CComment