Espera
De todas las formas de esperar que he conocido en mi vida, me quedaría, sin duda, con esta. La más silenciosa, la más íntima e introspectiva. Los círculos, cuando se cierran solos, contienen su propio oasis.
Un entorno doméstico en versión ultraligera, minimalista con un apaño de suministros, y muebles; con un colchón nos basta, como cantaba Sabina. Como al principio, hace
muchísimos años, todavía en el siglo pasado, cuando mi casa era un cascarón vacío en espera de llenarse gota a gota con mucho sudor. Estos días de ahora se enlentecen recluidos y plenos con consciencia del tiempo, alternados también con tomas de aire en paseos. Salidas espaciadas y trabajo casero adelantado. A veces no hace falta más que mirarse en el espejo del tiempo y sonreírle al destino. Una forma de paz entre tanto ruido. La paz que no espera por la tormenta del dicho. La bendita paz antes del éxtasis.
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