El escritor contemporáneo que estaban leyendo en clase esos días resultó ser ¡el bedel del instituto! Imagínense sus caras cuando me vieron aparecer libros en mano para quedarme ante la pizarra. ¿Habrá mejor forma de allanar los supuestos desniveles de la literatura para los jóvenes estudiantes? Yo diría que no. Y lo bien que estuvieron, las múltiples preguntas –todas con sentido– que me hicieron todos ellos, lo bien que lo pasamos juntos durante esa hora de clase que se nos quedó tan corta. Todos ellos participaron mucho y yo se lo agradecí. Tanto como haberme rejuvenecido vertiginosamente el ánimo de un plumazo escritor. Al terminar la clase me pidieron volver pronto y ya entonces se lo dije: ojalá podamos repetir en algún momento la experiencia. Y la nostalgia reconstituyente en lo personal.

El escritor contemporáneo que estaban leyendo en clase esos días resultó ser ¡el bedel del instituto! Imagínense sus caras cuando me vieron aparecer libros en mano para quedarme ante la pizarra. ¿Habrá mejor forma de allanar los supuestos desniveles de la literatura para los jóvenes estudiantes? Yo diría que no. Y lo bien que estuvieron, las múltiples preguntas –todas con sentido– que me hicieron todos ellos, lo bien que lo pasamos juntos durante esa hora de clase que se nos quedó tan corta. Todos ellos participaron mucho y yo se lo agradecí. Tanto como haberme rejuvenecido vertiginosamente el ánimo de un plumazo escritor. Al terminar la clase me pidieron volver pronto y ya entonces se lo dije: ojalá podamos repetir en algún momento la experiencia. Y la nostalgia reconstituyente en lo personal.