RAÚL CASTAÑÓN DEL RÍO

ESCRITOR

 
 
 

Viajar en tiempos de crisis por alarma

Más de un mes después, seguimos en confinamiento los españoles de trabajo no esencial. En estas circunstancias de reclusión la vida se vuelve monótona por volverse como irreal, suspendida, paralizada. Entre cuatro paredes

las actividades son limitadas y repetitivas. Las vías de escape, mientras no dé la ciencia una solución para la enfermedad de ahí afuera, tenemos que buscarlas por nosotros mismos.

Yo tengo mi escape particular en los recuerdos y en los anhelos. Anhelo viajar, mucho. Pero lejos de frustrarme el hecho de no poder hacerlo, viajo mediante el recuerdo. Está también la tecnología para hacérnoslo todo más llevadero, claro. Los recordatorios fotográficos de la nube internáutica, por ejemplo, ayudan con sus efemérides; pero al final quien decide es uno. Yo decido transitar por los viajes más recientes, el Puerto de Santa María, Cádiz, Toledo y Madrid. Viajé hasta poco antes de no poder hacerlo, apurando las opciones sin saberlo. Y me alegro por ello como me alegró entonces viajar en su momento. Porque viajar siempre airea y reanima. Y con esos recuerdos de socorro los viajes son más evasión que nunca. Pasos sobre que los volver a sentirse feliz, sin obligadas distancias de seguridad con la vida.

Estas circunstancias aciagas de ahora me llevan a pensar hasta qué punto son necesarios y rentables los viajes; hasta qué punto son una buena inversión de salud y bienestar.

 

Comentarios potenciados por CComment